lunes, 11 de marzo de 2013

No hace falta ir al infierno para ver al diablo



Esta estatua, elaborada en bronce por Ricardo Bellver en 1877, fue construida en principio para la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid, ganando la Medalla de Primera Clase.

Posteriormente se decidió enviarla a París, con motivo de la Exposición Universal de 1878. Al acabar se trasladó al Museo del Prado hasta que se sugirió colocarla al aire libre. El duque Fernán Núñez donó una considerable suma de dinero (11.000 duros – unos 330€ de ahora aproximadamente) para asegurarse de que la estatua se colocaría.

La pueden encontrar si acceden al parque por la Puerta del Ángel Caído, en la Avenida Alfonso XII, y es una de las pocas del mundo dedicada en exclusiva a Lucifer. En ella vemos al mismísimo diablo, desgarrado, en el momento de ser arrastrado por una serpiente de siete cabezas hasta el infierno.
 

Suscitó muchas polémicas, principalmente entre la comunidad más conservadora que veía inconcebible colocar en un parque público una estatua en honor del mismísimo Diablo. Uno de los secretos que guarda es un clavo en el suelo desde el cual se han hecho pruebas topográficas que han revelado que la altitud de la obra respecto al nivel del mar es de 666 metros. Ha sido exorcizada por varios curas.


Aquí pueden ver un reportaje sobre la estatua realizado por Iker Jiménez:

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